Sistema ecuatorial
En el sistema ecuatorial, el eje de rotación de la Tierra, extendido hacia la bóveda celeste, atraviesa ésta en un punto llamado polo norte celeste.
La estrella cerca de este punto, Polaris es a menudo llamada estrella polar. Una extensión similar del polo sur celeste marca el polo sur celeste. El ecuador celeste es la proyección del ecuador de la Tierra en la esfera celeste. Todos los puntos a lo largo del ecuador celeste equidistan 90 grados de los polos celestes sur y norte.
Para definir la ubicación de un objeto en la esfera celeste, primero se determina su posición angular a lo largo del ecuador celeste. Esta coordenada tiene por nombre ascensión recta, y es análoga a la longitud en la Tierra. La ascensión recta es medida en unidades de tiempo (horas, minutos, y segundos), empezando en 0 horas y continuando hasta 24 horas. Una hora de ascensión recta es equivalente a 15 grados en el ecuador celeste (1/24 de 360 grados).
De la misma manera en que Greenwich marca el cero de longitud en la Tierra, el equinoccio vernal determina el cero de ascensión recta en el cielo. Este punto marca la posición del Sol en el primer día de primavera, cuando el Sol cruza el ecuador celeste.
El equinoccio de verano se encuentra actualmente en la constelación de Piscis, pero su posición cambia lentamente con el tiempo, debido al movimiento de precesión del eje terrestre. A este cambio de posición le llamamos precesión del equinoccio.
La segunda coordenada ecuatorial es la declinación, y mide la distancia angular de un objeto respecto del ecuador celeste. Objetos entre el ecuador celeste y el polo norte celeste, tienen declinación positiva, mientras que los otros tienen declinación negativa. El rango total de declinación es de -90 a +90 grados.
La posición de cualquier objeto en el cielo puede ser definida por las coordenadas de ascensión recta (abreviada Ra o ) y la declinación (abreviada Dec o ). Todos los cuerpos celestes tienen una dirección Ra y Dec en la bóveda celeste, las cuales cambian con el tiempo, debido a fenómenos tales como la precesión o el movimientos propio de los cuerpos celestes.
Este blog pertenece a la evaluación anual de toda la materia Física y Astronomía, perteneciente al colegio Superior N° 50 Gral Don Jose de San Martin. En el mismo se presentara informacion general de todos los temas desarrollados en clase desde principio de clases.
miércoles, 4 de agosto de 2010
Eclipse Pampeano
El pasado 11 de Julio se produjo un eclipse solar, que sería observable de forma total en el sur de la región (en zonas como El Calafate y El Chaltén) y de forma parcial en gran parte de Sudamérica. Para la ocasión nos trasladamos con Alejandro Tombolini y quien escribe hasta la localidad de Trenel, provincia de La Pampa, donde la magnitud del eclipse alcanzaría 0.56 (fracción de diámetro ocultado por la Luna)
Por las características del evento era requerido un horizonte noroeste sin obstrucciones, ya que el máximo del eclipse acontecería poco antes del atardecer, y la puesta de Sol sería con el evento avanzado. La Pampa ofrece muchos horizontes interesantes, por ello salimos en busca del propicio el día anterior. Aunque en nuestros planes estaba ver la puesta del Sol, el atardecer del 10 de Julio se presentó con bastante nubosidad hacia donde necesitábamos observar. Aún así, seleccionamos un punto con un interesante marco para las fotos finales, en una ruta de tierra cercana al pueblo.
El día 11 de Julio las condiciones no eran alentadoras, por la nubosidad presente y por el intenso viento sur, con ráfagas aún más intensas, que soplaba sobre la zona. Esto complicaría los planes, ya que en estas condiciones los equipos se encuentran más expuestos y se dificultan otras tareas, como la de obtener un buen foco con las cámaras.
Cerca de una hora antes del primer contacto ya estábamos en el punto seleccionado, con Alejandro y Marcela. Comenzamos a preparar los equipos. Por las condiciones desfavorables, Alejandro optó por no armar la montura ecuatorial, y utilizar solo el trípode con el telescopio sostenido a mano, una tarea difícil pero necesaria. Por mi parte, desplegué un trípode fotográfico amablemente facilitado por Leonardo Julio y dispuse allí mi pequeño refractor de 80 mm con su correspondiente filtro solar.
Pasaron varios minutos antes de que pudiésemos tener nuestra primer vista de el Sol y hacer algunas pruebas de foco y exposición antes de comenzar el eclipse. Las nubes se movían rápido pero eran persistentes. En los huecos despejados aprovechábamos para ir afinando todos los seteos. Llegó el momento del primer contacto, que con dificultad pudimos apreciar. El eclipse continuó avanzando y el Sol descendiendo en altura, poco a poco cada vez más cerca del máximo y más cerca del horizonte.
Tuvimos varios momentos de intermitentes despejes de la zona del Sol, y varias pausas con densas nubes que no permitían verlo en lo más mínimo. Siempre nos mantuvimos al lado de los equipos, y agarrados a ellos, ya que el intenso y frío viento sur no hacía pausa. Comentamos en más de una ocasión lo frías que teníamos las manos y lo poco que las sentíamos. Ropa de abrigo, calzado, gorro, lentes de Sol -y de viento también- fueron fundamentales, así como la asistencia de Marcela, quien nos alcanzaba lo que íbamos necesitando, al tiempo que tomaba imágenes del momento.
Las condiciones eran desfavorables, las nubes podían frustrar la escena final en cualquier momento, el viento frío nos helaba las manos...pero la estábamos pasando espléndidamente bien. Estábamos viendo un eclipse de Sol. ¿Cuantas veces la Astronomía nos expone a condiciones algo duras, pero con sobradas recompensas? Varias veces.
Con el Sol más cerca del horizonte llegó la hora de quitar los filtros a los telescopios. La absorción de la atmósfera permitía con tomas muy rápidas capturar el Sol y el contexto. Un molino, ubicado en las cercanías gracias al planeamiento previo, estaba por entrar en el cuadro. En estos momentos el grueso de las nubes se había movido de la escena y esperábamos el atardecer. Entre tanto, Alejandro alerta sobre una bandada de pájaros en la lejanía cruzando por delante del Sol. Sin mirar, disparé la cámara remotamente (con un disparador infrarrojo, para no mover el telescopio más de lo que lo movía ya el viento) Todo encuadrado, esa foto sería una de las más lindas que tomé del evento. Nunca se debe menospreciar el poder de la casualidad (y del que haya alguien atento a las circunstancias)
Casi finalizando, el Sol se ocultaba, pero no debajo del horizonte. Una densa franja de nubosidad muy lejana absorbía prácticamente toda la luz de la estrella eclipsada. El Sol se oscurecía antes de llegar a nuestro destino planeado: pasar por detrás del molino. Las tomas tenían ahora exposiciones más largas. Los colores ocres dominaron la escena, el Sol se fue ocultado y regalando formas pocas veces vistas, y aunque no llegó a verse por detrás del molino, los últimos minutos, que nos parecieron los más rápidos, fueron de espectacular belleza, enmarcados en un espléndido horizonte pampeano.
Con satisfaccción por haber observando este evento natural, desarmamos los fríos equipos y emprendimos el regreso, contentos por las tomas logradas y por el momento vivido.
Por las características del evento era requerido un horizonte noroeste sin obstrucciones, ya que el máximo del eclipse acontecería poco antes del atardecer, y la puesta de Sol sería con el evento avanzado. La Pampa ofrece muchos horizontes interesantes, por ello salimos en busca del propicio el día anterior. Aunque en nuestros planes estaba ver la puesta del Sol, el atardecer del 10 de Julio se presentó con bastante nubosidad hacia donde necesitábamos observar. Aún así, seleccionamos un punto con un interesante marco para las fotos finales, en una ruta de tierra cercana al pueblo.
El día 11 de Julio las condiciones no eran alentadoras, por la nubosidad presente y por el intenso viento sur, con ráfagas aún más intensas, que soplaba sobre la zona. Esto complicaría los planes, ya que en estas condiciones los equipos se encuentran más expuestos y se dificultan otras tareas, como la de obtener un buen foco con las cámaras.
Cerca de una hora antes del primer contacto ya estábamos en el punto seleccionado, con Alejandro y Marcela. Comenzamos a preparar los equipos. Por las condiciones desfavorables, Alejandro optó por no armar la montura ecuatorial, y utilizar solo el trípode con el telescopio sostenido a mano, una tarea difícil pero necesaria. Por mi parte, desplegué un trípode fotográfico amablemente facilitado por Leonardo Julio y dispuse allí mi pequeño refractor de 80 mm con su correspondiente filtro solar.
Pasaron varios minutos antes de que pudiésemos tener nuestra primer vista de el Sol y hacer algunas pruebas de foco y exposición antes de comenzar el eclipse. Las nubes se movían rápido pero eran persistentes. En los huecos despejados aprovechábamos para ir afinando todos los seteos. Llegó el momento del primer contacto, que con dificultad pudimos apreciar. El eclipse continuó avanzando y el Sol descendiendo en altura, poco a poco cada vez más cerca del máximo y más cerca del horizonte.
Tuvimos varios momentos de intermitentes despejes de la zona del Sol, y varias pausas con densas nubes que no permitían verlo en lo más mínimo. Siempre nos mantuvimos al lado de los equipos, y agarrados a ellos, ya que el intenso y frío viento sur no hacía pausa. Comentamos en más de una ocasión lo frías que teníamos las manos y lo poco que las sentíamos. Ropa de abrigo, calzado, gorro, lentes de Sol -y de viento también- fueron fundamentales, así como la asistencia de Marcela, quien nos alcanzaba lo que íbamos necesitando, al tiempo que tomaba imágenes del momento.
Las condiciones eran desfavorables, las nubes podían frustrar la escena final en cualquier momento, el viento frío nos helaba las manos...pero la estábamos pasando espléndidamente bien. Estábamos viendo un eclipse de Sol. ¿Cuantas veces la Astronomía nos expone a condiciones algo duras, pero con sobradas recompensas? Varias veces.
Con el Sol más cerca del horizonte llegó la hora de quitar los filtros a los telescopios. La absorción de la atmósfera permitía con tomas muy rápidas capturar el Sol y el contexto. Un molino, ubicado en las cercanías gracias al planeamiento previo, estaba por entrar en el cuadro. En estos momentos el grueso de las nubes se había movido de la escena y esperábamos el atardecer. Entre tanto, Alejandro alerta sobre una bandada de pájaros en la lejanía cruzando por delante del Sol. Sin mirar, disparé la cámara remotamente (con un disparador infrarrojo, para no mover el telescopio más de lo que lo movía ya el viento) Todo encuadrado, esa foto sería una de las más lindas que tomé del evento. Nunca se debe menospreciar el poder de la casualidad (y del que haya alguien atento a las circunstancias)
Casi finalizando, el Sol se ocultaba, pero no debajo del horizonte. Una densa franja de nubosidad muy lejana absorbía prácticamente toda la luz de la estrella eclipsada. El Sol se oscurecía antes de llegar a nuestro destino planeado: pasar por detrás del molino. Las tomas tenían ahora exposiciones más largas. Los colores ocres dominaron la escena, el Sol se fue ocultado y regalando formas pocas veces vistas, y aunque no llegó a verse por detrás del molino, los últimos minutos, que nos parecieron los más rápidos, fueron de espectacular belleza, enmarcados en un espléndido horizonte pampeano.
Con satisfaccción por haber observando este evento natural, desarmamos los fríos equipos y emprendimos el regreso, contentos por las tomas logradas y por el momento vivido.
MOVIMIENTO DIURNO
El movimiento diurno es el movimiento de la esfera celeste observado en el transcurso de un día. Es un movimiento retrógrado, de sentido horario mirando hacia el Sur, y de sentido antihorario mirando hacia el Norte.
Tomemos como ejemplo el Sol que sale por el Este y se pone por el Oeste, lo que en el hemisferio Norte se aprecia como un movimiento en sentido horario, aunque ligeramente más lento que las estrellas lejanas. Éstas se mueven acordes al tiempo sidéreo, mientras que el movimiento aparente del Sol es acorde al tiempo solar.
Hasta la revolución copernicana los astrónomos creían que se trataba de un movimiento real de las estrellas. Desde Copérnico sabemos que es la Tierra la que gira alrededor de su eje completando una vuelta en 23 h 56 min 4 s (un día sidéreo). No obstante se sigue con la misma concepción tolemáica, asumiendo que el movimiento de la esfera celeste es aparente, siendo la Tierra la que gira realmente.
Situado en el plano del horizonte y en el transcurso de un día un observador ve a los astros dar una vuelta alrededor del eje del mundo, en dirección este-sur-oeste mirando hacia el sur, o bien en sentido este-norte-oeste mirando hacia el norte.
El movimiento diurno del Sol es un movimiento retrógrado, de sentido horario en el hemisferio Norte (porque se ve el Sol hacia el Sur), y antihorario en el hemisferio Sur (porque se ve al Sol en dirección Norte).
Los únicos puntos de la esfera celeste que permanecen fijos son los polos celestes; todos los demás, y las estrellas con ellos parecen girar en círculos concéntricos alrededor de aquéllos. El polo norte celeste está situado sobre el punto cardinal norte a una altura que coincide con la latitud del observador. En el polo norte un observador vería la Estrella Polar en el cenit. Para un observador situado en el ecuador terrestre, el polo norte está sobre el horizonte. A latitudes intermedias, por ejemplo a 40º, el polo celeste se encuentra a una altura de 40º sobre el horizonte.
Entre las estrellas más próximas al polo norte, la más fácilmente visible es la Estrella Polar, que se encuentra a un grado de éste, y describiendo un círculo alrededor de él. El radio de dicho círculo es unas dos veces el diámetro angular nuestra Luna.
Se llaman estrellas circumpolares para una determinada latitud aquellas estrellas que describen un círculo completo alrededor del polo celeste sin quedar bajo el horizonte en ningún momento, por lo que son siempre visibles.
El resto de las estrellas incluido el Sol y los planetas describen sólo parte de un círculo, cortando al horizonte en dos puntos: el orto y el ocaso.
En este movimiento diurno las estrellas conservan sus posiciones participando toda la esfera celeste de dicho movimiento.
Tomemos como ejemplo el Sol que sale por el Este y se pone por el Oeste, lo que en el hemisferio Norte se aprecia como un movimiento en sentido horario, aunque ligeramente más lento que las estrellas lejanas. Éstas se mueven acordes al tiempo sidéreo, mientras que el movimiento aparente del Sol es acorde al tiempo solar.
Hasta la revolución copernicana los astrónomos creían que se trataba de un movimiento real de las estrellas. Desde Copérnico sabemos que es la Tierra la que gira alrededor de su eje completando una vuelta en 23 h 56 min 4 s (un día sidéreo). No obstante se sigue con la misma concepción tolemáica, asumiendo que el movimiento de la esfera celeste es aparente, siendo la Tierra la que gira realmente.
Situado en el plano del horizonte y en el transcurso de un día un observador ve a los astros dar una vuelta alrededor del eje del mundo, en dirección este-sur-oeste mirando hacia el sur, o bien en sentido este-norte-oeste mirando hacia el norte.
El movimiento diurno del Sol es un movimiento retrógrado, de sentido horario en el hemisferio Norte (porque se ve el Sol hacia el Sur), y antihorario en el hemisferio Sur (porque se ve al Sol en dirección Norte).
Los únicos puntos de la esfera celeste que permanecen fijos son los polos celestes; todos los demás, y las estrellas con ellos parecen girar en círculos concéntricos alrededor de aquéllos. El polo norte celeste está situado sobre el punto cardinal norte a una altura que coincide con la latitud del observador. En el polo norte un observador vería la Estrella Polar en el cenit. Para un observador situado en el ecuador terrestre, el polo norte está sobre el horizonte. A latitudes intermedias, por ejemplo a 40º, el polo celeste se encuentra a una altura de 40º sobre el horizonte.
Entre las estrellas más próximas al polo norte, la más fácilmente visible es la Estrella Polar, que se encuentra a un grado de éste, y describiendo un círculo alrededor de él. El radio de dicho círculo es unas dos veces el diámetro angular nuestra Luna.
Se llaman estrellas circumpolares para una determinada latitud aquellas estrellas que describen un círculo completo alrededor del polo celeste sin quedar bajo el horizonte en ningún momento, por lo que son siempre visibles.
El resto de las estrellas incluido el Sol y los planetas describen sólo parte de un círculo, cortando al horizonte en dos puntos: el orto y el ocaso.
En este movimiento diurno las estrellas conservan sus posiciones participando toda la esfera celeste de dicho movimiento.
¿ QUE ES LA ESFERA CELESTE ?
¿ QUE ES LA ESFERA CELESTE ?
La esfera celeste es una esfera ideal, sin radio definido, concéntrica en el globo terrestre, en la cual aparentemente se mueven los astros. Permite representar las direcciones en que se hallan los objetos celestes; así es como el ángulo formado por dos direcciones será representado por un arco de círculo mayor sobre esa esfera. Teóricamente se confunde con el de la Tierra: el Eje del mundo es el de rotación de la esfera celeste y es coincidente con el eje de rotación de la Tierra, por lo que se halla prácticamente centrada en el ojo del observador. Los astrónomos fundan sus mediciones en la existencia, en esa esfera, de puntos, círculos y planos convencionales: el plano del horizonte y el del ecuador celeste; el polo y el cenit; el meridiano, que sirve de origen para la medición del acimut. Resulta fácil hallar un astro o situarlo respecto a esos planos fundamentalesCuando el horizonte del espectador es oblicuo con respecto al ecuador, la esfera celeste es calificada de oblicua. Para un observador situado en uno de los dos polos, la esfera es paralela, ya que su horizonte conserva paralelismo con el ecuador. Por último, la esfera es recta para el observador situado en la línea equinoccial, porque allí el horizonte corta perpendicularmente el ecuador.
La esfera celeste es un concepto no un objeto, es la superficie virtual sobre la que vemos proyectados a los astros como si todos estuvieran a igual distancia de la tierra.
Tres puntos conspicuos de esta esfera (cenit, polo norte celeste y astro (Z,P y S) en el gráfico de la izquierda) definen un triangulo esférico y mediante su resolución los marinos logran ubicarse sobre la superficie terrestre.
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